EL LIBRO PERDIDO - Y LA CONFESIÓN DE UN CRIMEN

En El libro perdido, serie de la Biblioteca Nacional interpretada por Luis Ziembrowski, el personaje principal busca un libro y se encuentra con otros. Los episodios son una excelente excusa para promover la literatura y tengo la sensación de que, de distintos modos, a todos nos pasa lo mismo. Si pienso en mi caso, por ejemplo, no sé exactamente qué libro estoy buscando. Cuáles son las palabras que debo encontrar. Pero supongo que es así nomas: mientras buscamos un libro que aún no podemos definir, son ellos los que nos descubren.

Vamos a algunos ejemplos parar tratar de comprobar esta idea. Hace algunos días, Emi encontró un usado de La ciudad de los perros, de Mario Vargas Llosa, en una feria de la estación de tren Barrancas. La dueña no sabía cuanto costaba. Fuimos almorzar, volvimos y el ejemplar seguía allí, ya con su respectivo precio. En el viaje de vuelta, nos dimos cuenta que adentro del libro había un recorte de diario con nota sobre el escritor. Ya en casa, Emi llegó a conclusión de que el dueño original la había puesto como marcador para recordar que ese mismo hombre, capaz de escribir novelas brillantes, también puede representar la ideología expuesta en ese viejo artículo. Para leerlo sin venerarlo - o algo así.
Quizás a otro lector, más alineado con la manera de pensar de Vargas Llosa, ese mensaje no le llegaría. Y, por eso, el libro no lo eligió o no lo esperó en el puesto de libros usados en la estación de tren.
Se entiende o doy mucha vuelta? Lo que quiero decir es que no existen encuentros casuales con los libros. Ellos nos llaman. Susurran hasta que los atendemos.





Sigo con otro ejemplo. El año pasado, en la feria de libros de Plaza Italia, uno en especial me llamó la atención. Sin importarse con lo que diría el dueño del puesto, mis manos fueron directamente a él. Su título decía "Especialidades de la cocina italiana" pero se reveló una especie de guía de cocina con montones de recetas que ni mi familia entera me podría pasar. Me lo llevé y la primera grata sorpresa fue encontrar la estampilla de la librería en donde originalmente se vendió. Justo en Villa Ballester, barrio de la provincia de Buenos Aires que nace con la ola de inmigrantes italianos. Y en donde nací yo también. Después, leyéndolo con atención, descubrí que el nombre original del libro no tenía nada que ver con el que le habían dado para su edición argentina. Il talismano de la felicitá, ese era su verdadero nombre. Y ese fue el libro que me encontró a mi: un verdadero talismán de la felicidad.






Pero dejé para el final la prueba más contundente de mi teoría. Y es acá donde viene la confesión del crimen. En casa reposa un Martin Fierro muy especial. Edición sublime, tapa de cuero en relieve, con varios dibujos y firmada por el ilustrador. Su origen? Tomado en la biblioteca de mi escuela en Río de Janeiro, Brasil. El delito? Jamas lo devolví.
Con toda deferencia que se merece José Hernández una cosa soy obligada a decir: en Brasil no tienen ni idea de quién es. Mucho menos que exista una obra tan fundamental para los argentinos como el Martin Fierro. Yo misma no tenía idea de su importancia. Me acuerdo perfectamente: estaba acomodando unos estantes que se desbordaban en libros y lo encontré cayéndose por la pared, manchado de pintura. Me llamó la atención porque la tapa era muy linda. Y lo llevé a casa porque estaba en castellano y yo quería "practicar" (en aquella época casi solo hablaba portugués). Cuando se lo mostré a mis padres me contaron qué tenía yo en manos realmente. Quedé fascinada y sentí que había descubierto un tesoro.
A ver... yo podría ni ser el tipo de alumna que va a la biblioteca. Incluso, podría solamente frecuentarla y listo. Agarrar un librito y sentarme. Pero no. En aquella escuela fui ayudante de la biblioteca. Asistía a mis compañeros, ordenaba y organizaba. Entonces: ese Martin Fierro estaba perdido en una escuela de Río de Janeiro. Nadie podría mirarlo como lo mire yo. Nadie podría escucharlo como yo lo escuché. Alguien tiene alguna duda de que ese libro me buscó? Para mi, está clarísimo.





Igualmente, si aún no les convence mi teoría recomiendo este ejercicio: traten de pensar qué libro desean encontrar... y verán cuáles son los que los han encontrado hasta hoy.
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