KIKO EL BUGUEIRO

Kiko llama impaciente en la puerta de la posada. Nos viene a buscar para el tradicional paseo de buggy por las dunas de Genipabu. Viste remera y gorra naranja. Short de equipo de fútbol. Ojotas, como todas las personas acá. Su buggy es azul metalizado y se llama "Selvagem".
Pasamos a buscar otra pareja en un hotel y agarramos la ruta que pasa por todo el litoral. El mar tiene varios tonos de turquesa con manchas azules. Kiko relata la cantidad de kilómetros de la costa de Natal. Dice que hay tanta playa que por eso nunca vas a encontrar una que esté muy lotada (llena).
Hace chiste con el pasajero de otro buggy cuando paramos en el semáforo. "Tenes la puerta abierta", le grita. El pibe mira automaticamente y Kiko se muere de la risa cuando el chico cae en la cuenta que los buggys no tienen puerta.
Hay mucho viento, mucho sol. El motor del buggy hace un ruido considerable. Kiko va contando como va a ser el paseo y nosotros sentados atrás casi no escuchamos nada. Él sigue tirando saludos por donde pasamos.
Maneja como un loco pero maneja bien. Hacerlo "com emoção" es parte de su trabajo.

nuestro capitán en acción

La primera parada del paseo es en las dunas. La vista es impactante. Kiko, directamente, da ordenes. "Sean rápidos, con dos o tres fotos por pareja alcanza. Vamos, yo les saco si quieren. Pónganse ahí que salen más lindos. Ahora que el hombre abrace a la mujer. Mírense a los ojos, vamos, dale un beso. Así, hermoso. Vuelvan al buggy que nos vamos".

director de arte dando indicaciones a la pareja que iba con nosotros

En el buggy informa que la próxima parada son los dromedarios. Avisa que el va a parar para una foto nomas, que no podemos perder tiempo porque despues hay fila de más de media hora en la balsa para cruzar. Ah y que los dromedarios "fedem muito, minha nossa Senhora" (huelen muy mal).
Nosotros no lamentamos para nada no poder subirnos a los pobres bichos pero la chica de la pareja que nos acompanha parece un poco desilusionada.
Luego de la foto relámpago, volvemos a la ruta y nos vamos para la balsa. El buggy tiene que subirse a una plancha de madera para cruzar una parte por el mar. Mismo con la marea baja es imposible hacer ese pequeño trayecto sobre ruedas.
Son varios los balseiros, Kiko le grita a todos. Es muy simpático, rozando lo denso. Pero nadie le niega una sonrisa. Al que rema para que crucemos nosotros le dice "dale, decile a ellos que soy el mejor bugueiro de la región". La respuesta del otro hombre es afirmativa. No le queda otra que asentir, supongo.

el balseiro sin alternativa

Parada en la lagoa Jacumã. "A las 12h en punto los quiero acá. No almuercen porque si no no van a a almorzar adonde yo los llevo, que es mucho mejor".
Luego del recreo, retomamos el paseo. Nuestro bugueiro ahora informa que viene la parada para hacer esquibunda y aerobunda. Si, ambas actividades que implican caer de bunda (culo) en el agua. Nos preparamos para más emoción y más risas.
Kiko, directamente, se adueña de las cámaras diciendo que nadie va a sacar las fotos como él. Debo confesar que ni bien me devuelve la cámara chusmeo a ver como salen pero la luz del sol no me deja ver con mucha certeza. Confío.
Mientras ya estamos nuevamente en las rutas de arena, Kiko pispea por el espejo unas de las ruedas de atrás. Pocos metros adelante para y confirma que se pinchó. Llama a los de la empresa. Putea porque no lo entienden. Para a todos - todos - los bugueiros que pasan para pedirles ayuda. Llama al restaurante para que nos vengan a buscar. Da muchas ordenes pero es muy paternal al mismo tiempo. "Dale, vengan de una vez que tengo a estos chicos acá al sol".

el paisaje de nuestra parada inesperada

Mientras hacemos tiempo esperando cuenta que este es su trabajo hace 17 años. Que tiene seis hijos y va por la quinta esposa. Muestra, orgulloso, la alianza en su mano. Como quien dice "pero mientras estoy casado me lo tomo en serio".
Nos vienen a buscar. Ni bien pisamos el restaurante admitimos que Kiko tenía razón. El lugar es hermoso. Una especie de parador, con mesas frente a un sector paradisíaco del mar.
Allí nos atiende Silván. Pregunta de parte de quien vinimos. Escucha el nombre de Kiko - aún ausente esperando en la ruta - y dice que tenemos al mejor bugueiro de la región guiándonos. Me pregunto si Kiko no lo habrá llamado para que él nos diga eso...
Viene el almuerzo. El pescado Mica, la picanha del mar, tiene una pinta sensacional. No es solo pinta, todo está exquisito. Exactamente como lo habíamos soñado cuando planeábamos esta jornada nordestina.
A las 15h Kiko nos toca bocina. Como por magia, su buggy esta de vuelta al ruedo, estacionado en la arena y listo para emprender el regreso.
El bugueiro nos deja en la posada y se despide diciendo "gracias, fue un placer". Gracias a vos, Kiko.

vista de la praia de Genipabu proporcionada por nuestro guía
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